Cambio de década, cambio de onda. Quizás eso es lo que quiso pensar Joe Biden al ser inaugurado presidente el 20 de Enero de 2021. Quizás quiso pensarlo porque a eso había sido llamado y, mientras se llegase al destino, las formas no tenían por qué importar demasiado. La campaña había resultado endiablada: Biden logró una victoria sobre la bocina al salir Nominao de las primarias con el apoyo del resto de moderados y, abanderado en la promesa de dejar atrás el Trumpismo, había logrado la victoria por un margen mucho más estrecho del esperado. Los rápidos habían devuelto, sin embargo, un escenario parcialmente favorable: control Demócrata del Congreso y el Senado, aunque fuese por la mínima. Mandato y cambio de ciclo.
Tan solo un día antes de que las grandes cadenas proyectasen que Biden había resultado electo, C Tangana estrenaba Tú Me Dejaste De Querer, el segundo single de su nuevo álbum El Madrileño. Tanto éste como el anterior, Demasiadas Mujeres, fueron una declaración de intenciones: Pucho estaba esculpiendo su particular piedra de Rosetta, uniendo su obsesión con las mujeres a las más sutiles sugerencias del cancionero español y juntando en una misma canción sus vocales con autotune y los quiebros del flamenco, todo ello encima de una producción española a la par que moderna. A pesar de haber logrado un gran éxito en el mundo del rap, C Tangana decidió reinventarse, y con resultados sobresalientes.
Hay algo en ese proceso que se le debió escapar al que pronto será expresidente. No fue por ausencia de reinvención: la administración de Biden ha sido partidaria del populismo económico desde el principio, tejiendo relaciones estrechas con los sindicatos y rompiendo con la ortodoxia neoliberal de afrontar las dificultades económicas a través de una austeridad que concentre todavía más riqueza en manos de los que más tienen. La retahíla de éxitos legislativos ha sido increíble, sobre todo teniendo en cuenta lo estrechas que eran las mayorías después de las elecciones de 2020.
Existe, por supuesto, un riesgo implícito en una apuesta tan decidida por un cambio de modelo. Muchos Presidentes han resultado reelectos con la fórmula económica tradicional. Al derrotar a Trump, Biden había hecho escaso hincapié en la que sería su política económica; la campaña orbitó en torno a la figura del entonces Presidente, la pandemia y las tensiones raciales del verano tras el asesinato de George Floyd. Los estadounidenses escogieron a Biden bajo la promesa de dejar atrás a Trump y ser el puente hacia la nueva generación y se encontraron con un Presidente que quiso gobernar como Roosevelt y optar a la reelección. Quizás no deba sorprendernos que Biden siempre fuese impopular.
La recepción a El Madrileño fue positiva desde el principio. Es uno de los álbumes españoles con mayor éxito comercial de la década, y la crítica no se quedó atrás. Fue un hito tan importante que el propio C Tangana decidió retirarse de la música después de su lanzamiento y, aunque alegase que quería dedicarse a otras cosas (como el cine), cabe preguntarse si hubiese demostrado esa misma convicción ante una bienvenida más fría. Es posible que Pucho también hubiese acabado optando a la reelección, tratando de salvar su legado. En su lugar, el puente que quiso dibujar del pasado hacia el futuro resultó ampliamente condecorado.
Para los que se oponen a Trump, hay realidades en las que refugiarse. El Presidente, aunque esté reforzado por el poder judicial, no es el Rey Emperador de la nación, y la estrecha mayoría en el Congreso sumada al puñado de senadores republicanos moderados sugiere que está quedando un país Ingobernable. Es natural sentir que hemos sido Los Tontos, o el impulso de repartir culpas, y no hay ausencia de sospechosos: Biden, Harris, Obama, los medios de comunicación, el partido republicano o la burocracia liberal, mal adaptada al momento populista. Es catártico buscar la única respuesta ante una hecatombe de esta magnitud.
Pero quizás no hay nada que se le escapase a El Scrantoniano. Quizás apostó por lo que muchos (y me incluyo) creímos mejor en 2021 y que acabó por ser Un Veneno electoral. Quizás lo que no funcionó esta vez podría haber funcionado hace diez años, o dentro de diez. O quizás eso es ser demasiado generoso. La única lección importante la imparte Pucho: la historia no tiene leyes. La apuesta madrileña marcó una época, con temas que siguen sonando años después y que han abarcado la legislatura de Biden de forma icónica. La apuesta de Washington fue desastrosa, y lo que debió ser el final de Trump desembocó en su terrible retorno.
El veredicto de los hechos es tajante, pero la historia la deben relatar los historiadores. Nosotros podemos permitirnos observar los motores de la historia sin tratar de entenderlos, sabiendo que, a veces, la caja negra es más que nosotros.